lunes, mayo 21, 2018

Joyeros del claro de luna, los (Les Bijoutiers du clair de lune) (Francia, 1958)





Director: Roger Vadim
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Intérpretes PrincipalesBrigitte Bardot (1), Stephen Boyd (123, 4), Alida Valli (123, 4), José Nieto (1234567891011, 12), Fernando Rey (123456789101112131415, 16, 17), Maruchi Fresno (1, 2, 3, 4), José María Tasso, Adriano Domínguez (123, 4), José Marco Davó (123, 4), Antonio Vico (12, 3, 4), Mario Moreno, Tosi, Nicolas D. Perchicot (123456, 7), Rafael Torrobo, Antonio Prieto (1, 2).
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ArgumentoÚrsula deja el convento donde se ha educado para empezar una nueva vida, en el sur de España, con su tío, el conde de Ribera. 
Pero, cuando llega, se encuentra con una tragedia: Lamberto, un joven del pueblo, acusa al conde del suicidio de su hermana. 
En un duelo, el conde resulta muerto, y el joven se ve obligado a escapar de la policía. 
Úrsula, cautivada por la belleza y la fuerza de Lamberto, decide acompañarlo en su huida.
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Mi comentarioBastante desigual película maldita, en cuanto a primero que es muy irregular, y segundo, por lo de maldita, porque el gobierno franquista permitió su rodaje en España, pero luego prohibió que se viera en las salas comerciales. Supongo que sería porque el público español de la época no estaba preparado para ver, en todo su esplendor, la belleza del deseable cuerpo de B.B (se le ven los pechos y las nalgas...). Y además, supongo yo, que no sé, porque algún miembro de las altas esferas de la policía española queda como bastante corrupta (el personaje de un doblado, ay, Fernando Rey).


Y esto del doblaje también tiene su miga. Tan de pronto hablan en español, como pasan al francés como si tal cosa. Los españoles con deje de no se sabe qué idioma exactamente (me refiero al personaje de Stephen Boyd). En fin, pelillos a la mar. A mi me resultó al mismo tiempo este simpático doblaje chirriante, gracioso y muy muy curioso.
En cuanto al filme propiamente dicho se mueve entre el género del romanticismo fou, la intriga policial y un extraño costumbrismo donde los hechos se desarrollan en unos magníficos escenarios Torremolinos, Málaga España), ensalzados por la maravillosa fotografía a todo color y pantalla, de Armand Thrirad.


Y lo hace de forma visualmente muy atractiva, con bonita banda sonora de Georges Auric, pero con cierta frialdad, aunque la gratísima presencia de una Bardot deslumbrante anima la función (y a los dos protagonistas masculinos también).
Se puede ver, tiene su aquél, pero vista hoy en día sí que se comprueba que no era para tanto la polémica en su época, y que argumentalmente tampoco era para avergonzarse.

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