Director: Victor Halperin.
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Intérpretes Principales: BELA LUGOSI, MADGE BELLAMY, JOSEPH CAWTHORN, ROBERT FRASER, John Harron.
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Argumento: Una pareja de enamorados visita a un hombre rico, Beaumont, jefe del novio. El hombre rico vive en una gran hacienda de Haití, cerca de donde, se dice, "viven" los zombies, es decir, muertos vivientes. Hombres que vagan por ahí, incluso trabajan, pero no tienen alma. Beaumont, en realidad, desea a la muchacha, por lo que se alía con un extraño y siniestro hombre que tiene poder sobre los zombies. Gracias a este hombre, tras la boda de los enamorados, la muchacha se convierte en zombie.
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Mi opinión: Estimable producción de terror, realizada en pleno boom de los célebres horrores de la Warnes, R.K.O, etc.
Está bien realizada, todavía con modos y códigos del por entonces no tan antiguo cine mudo, pero competente en el aspecto técnico y, sobre todo, narrativo.
Es cierto que, en algunos momentos es algo ingenua, pero en líneas generales es muy interesante y entretenida, existiendo escenas muy conseguidas en cuan a planificación, como cuando el protagonista se encuentra borracho en una tasca y se ven, de mientras, las sombras de parejas que beben sentados o bailando, inluso.
Algunas interpretaciones son altaneras en cuanto a la forma de declinar, algo que viene del teatro, y que en películas de los albores del cine sonoro, eran bastante habituales.
Hay, incluso, partición de escenas para explicar dos hechos que suceden a la vez, y contiene, como solía ser habitual en aquella entrañable época, cantarines decorados, no por ello menos bellos e imponentes (la morada del malvado).
Está bastante bien, sobre todo, siendo del año que es, principios de los treinta. Y por ello se le considera un (quizás pequeño) clásico del cine de terror de todos los tiempos.
Está bien realizada, todavía con modos y códigos del por entonces no tan antiguo cine mudo, pero competente en el aspecto técnico y, sobre todo, narrativo.
Es cierto que, en algunos momentos es algo ingenua, pero en líneas generales es muy interesante y entretenida, existiendo escenas muy conseguidas en cuan a planificación, como cuando el protagonista se encuentra borracho en una tasca y se ven, de mientras, las sombras de parejas que beben sentados o bailando, inluso.
Algunas interpretaciones son altaneras en cuanto a la forma de declinar, algo que viene del teatro, y que en películas de los albores del cine sonoro, eran bastante habituales.
Hay, incluso, partición de escenas para explicar dos hechos que suceden a la vez, y contiene, como solía ser habitual en aquella entrañable época, cantarines decorados, no por ello menos bellos e imponentes (la morada del malvado).
Está bastante bien, sobre todo, siendo del año que es, principios de los treinta. Y por ello se le considera un (quizás pequeño) clásico del cine de terror de todos los tiempos.
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