

Y lo hace gracias a unas estupendas interpretaciones, con la joven Julia Jentsch a la cabeza, sencillamente extraordinaria, y unos diálogos veraces, con un logrado ritmo que logra captar el interés del espectador, dejándole enganchado a la trama desde el comienzo hasta el final.
Su buena banda sonora le da un aire de thriller político, por ejemplo en escenas como las de los hermanos Scholl colocando las octavillas en la Universidad donde estudia.
Y escenas como el (un pco largo) interrogatorio entre el ofcial (más humano y clemente de lo que pretende hacer crer bajo su fría fachada) de la Gestapo y la protagonista, tienen una indudable fuerza dramática.
En el estricto plano técnico no es para echar cohetes este filme, pero tiene el gran valor de la honestidad y la verdad histórica. Solo por eso merece la pena, pero hay bastante más.
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