Director: Arturo Ripstein
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Intérpretes Principales: Arcelia Ramírez, Vladimir Cruz, Plutarco Haza, Patricia Reyes Spíndola, Alejandro Suárez.
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Argumento: Emilia, un ama de casa frustrada por la mediocridad de su vida, por los fracasos de su marido y por una maternidad agobiante y mal llevada, siente que el vaso de su paciencia está a punto de desbordarse.
Para colmo en un mismo día la abandona su desdeñoso amante y le embargan la tarjeta de crédito.
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Mi opinión: Estimable aunque finalmente no demasiado redonda, revisitación (más o menos, y no reconocida) de Madame Bovary, llevada a tierras mexicanas donde Arturo Ripstein rinde pleitesía a los sentimientos más rudimentarios, básicos y primitivos en el plano sentimental.
Sus personajes vuelve a ser extremos, al menos su protagonista, una mujer incapaz de sobrellevar una vida vacía, una vez despojada de toda esperanza para llevar a cabo sus sueños de juventud.
Pocos intérpretes y diálogos literarios, impropios por otra parte de los personajes que pueblan la historia, seres de procedencia humilde que jamás hablarían así en sus cotidianas vidas.
Pero dejando este "detallito" aparte, la peli está bien pues no aburre y tiene momentos con sórdido humor picantón, como la seducción del rijoso vecino a la protagonista, un momento fresco y divertido que supone un punto y aparte del resto del metraje.
El final, quizás inconvenientemente alargado, resulta algo extraño y no demasiado verosímil, comenzando por la actuación del marido de la protagonista, una vez que ve el estado de ella. La razón que aduce para no llamar a los sanitarios resulta vergonzosa, aunque quizás resulte cierta.
En resumen, que resulta llamativa como casi siempre sucede con los trabajos de Ripstein, pero no llega a convencer.
El final, quizás inconvenientemente alargado, resulta algo extraño y no demasiado verosímil, comenzando por la actuación del marido de la protagonista, una vez que ve el estado de ella. La razón que aduce para no llamar a los sanitarios resulta vergonzosa, aunque quizás resulte cierta.
En resumen, que resulta llamativa como casi siempre sucede con los trabajos de Ripstein, pero no llega a convencer.
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