Director: Jérôme Salle
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Intérpretes Principales: Lambert Wilson (1, 2, 3), Pierre Niney, Audrey Tautou (1), Michael Bundred, Chloe Hirschman, Jenna Saras, Dylan Edy, Sabine Palfi, Richard Lothian, Kevin Otto, Irina Miccoli, Wilson Carpenter, Ryan Kruger, Adam Neill, Brett Williams, Alberto Nicolo.
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Argumento: El legendario explorador Jacques Cousteau y su hijo Philippe, que mantienen una relación distante, se embarcan en su mayor aventura.
A bordo del Calypso, se reencontrarán el uno al otro, antes de que la tragedia les golpee.
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Mi opinión: Sobre el papel muy interesante film francés, que aborda la figura del mítico Jacques Cousteau, y en esta ocasión, además de su figura exploradora y científica, su relación con su hijo Philippe.
No es muy imaginativa, ni en el guión ni en la puesta en escena, pero sí que no aburre en absoluto y tiene cierto interés, sobre todo por mostrarnos la evolución de Cousteau respecto a lo que le interesaba en un primer momento y la consciencia que adquirió, en gran parte gracias a su hijo Phillippe, sobre la conservación y mejora del medio ambiente.
Tiene un fallo, en mi opinión, que es que comienza por el final, cosa que resta algo de no sé si emoción, pero sí de sorpresa, si es que el espectador no sabe los avatares familiares de los Cousteu. Si los sabe bien no importa. Pero mejor hubiera sido, creo, seguir una narración de los hechos lineal.
Tiene una magnífica fotografía a cargo de Matias Boucard y la banda sonora de Alexandre Desplat (presente también en la reciente y vista también en el reciente Festival de Cine Internacional de Donostia 2016 "Florence Jenkins Foster"), es muy adecuada.
Lo mejor son algunas impresionantes y preciosas escenas subacuáticas, y el espíritu que destila el protagonista, de amor, primero al dinero y al poder que este otorga para llevar a cabo sus sueños, y luego a la Naturaleza; y la interpretación de una excelente Audrey Taotou, felizmente ya alejada del cargante personaje de "Amélie".
En definitiva, que es amena, te enteras de unas cuantas cosas que el acerbo popular desconocía de los Cousteau, y puedes también olvidarla al de poco. Es porque no posee personalidad propia, pero se puede ver perfectamente pese a ser, evidentemente, mejorable.
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