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Intérpretes Principales: Cornel Wilde (1, 2, 3, 4), Jean Wallace (1), Brian Aherne (1), George Baker, Archie Duncan, Adrienne Corri, Michael Meacham, Iain Gregory, Mark Dignam, Reginald Beckwith.
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Argumento: En Camelot, un maduro Rey Arturo quiere casarse con Ginebra.
Pero el padre de la muchacha no reconoce a Arturo como rey de toda Inglaterra.
Propone un combate a muerte entre su mejor caballero y el de Arturo, que envía a Lancelot.
Éste vence el combate y el rey se casa con Ginebra. Pero para entonces Lancelot y Ginebra se han enamorado locamente.
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Mi comentario: Excesivamente irregular película de aventuras, ideada y co-cocreada por Cornel Wllde, su realizador, co-guionista y protagonista absoluto.
Y esto es lo malo de la cinta, que Wilde, entre otras consideraciones dudosas, elige, por amor, a su queridísima esposa Jean Wallace como co-protagonita, resultando ambos muy mayores para ambos papeles. Esto resta algo de credibilidad a la historia, aunque lo peor es que el guión le da excesiva importancia a la historia de amor entre Lancelot y Ginebra, existiendo por ello muchas escenas románticas entre ambos, demasiadas diría yo, eso sí, envueltas con una maravillosa fotografía de Harry Waxman, todo un ilustre en su trabajo, y de la estupenda banda sonora de Ron Goodwin, otro grande.
Hasta bien mediada la segunda parte de la película no hay verdadera acción, con la batalla final, bien rodada, con intensidad.
Por lo tanto, por la parte central existe cierto tedio viendo las cuitas entre los dos amantes, estando por ello bastante descompensado el producto final.
Se puede ver pero se hace muy larga, primero porque dura casi dos horas con basan metraje que es pura paja y segundo por que el ritmo está evidentemente descompensado.
No añade nada al resto de la filmografía que toma al Reino de Camelot y sus valerosos caballeros y damas como personajes centrales, aunque la presencia y buen hacer del veterano y siempre seguro Brian Aherne como el Rey Arturo, eleva un poco la calidad final. Pero acaba la peli por resultar olvidable.
¡Ah! Y entrañables las trasparencias que, por lo menos viéndola en televisión, cantan muchísimo.
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