Director: Charles Lamont
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Intérpretes Principales: Yvonne De Carlo (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9), George Brent (1, 2, 3), Broderick Crawford (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9), Albert Dekker (1, 2, 3, 4), Lois Collier, Andy Devine (1, 2, 3), Arthur Treacher, Carl Esmond (1), Dan Seymour, Philip Van Zandt (1, 2, 3), Trevor Bardette (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11), Harry Cording (1, 2), Samuel S. Hinds (1, 2, 3, 4, 5, 6), Jack Ingram (1), Noble Johnson (1, 2, 3, 4), Harry Lamont, George J. Lewis (1).
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Argumento: Una mujer nacida en Italia, está en la Trípoli del siglo XIX a punto de casarse con un hombre rico y poderoso, pero está enamorada de un rebelde que ansía derrocar al poderoso que es un tirano para su pueblo.
La mujer embauca a un emisario de Los Estados Unidos de Norteamérica y le roba oro que iba destinado a pagar al tirano para dejar en libertad a quince marineros de su país.
El oro ahora iría destinado a derrocar al malvado, pero el estadounidense intenta por todos los medios rescatar el oro para liberar a los marineros.
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Mi comentario:
" Ella a él:
- Me diste tu palabra.
- Querida, según la filosofía de mi pueblo la palabra dada a una mujer vale tanto como la palabra dada a un camello".
Película de genuinas aventuras más o menos exóticas, integradas en el Hollywood dorado, que se puede calificar sin temor a equivocarse de auténtica serie B.
Sin embargo hay que reconocer que es amena y nunca aburre, entre otras cosas por que, evidentemente, no se toma muy en serio a sí misma dado los toques de humor, donde podemos asistir, por ejemplo, a que de vez en cuando nos relate los acontecimientos un camello que incluso para una escena en medio de una pelea para comentarnos que los a los camellos las escenas de violencia no les gusta... Amén del final de la cinta (me refiero a la batalla final), de cachondeo que invita a la sonrisa pues tiene su aquél.
El ritmo es sostenido y nunca aburre, cosa que se agradece y por lo que en líneas generales yo le doy un aprobado alto.
Fotografía, banda sonora e interpretaciones (buenos característicos: Devine, Dekker, Bardette...), con una bellísima Yvonne de Carlo, hacen que se siga con interés y que al final deje un buen sabor de boca por el visionado de un ejemplo del cine de masas que se hacían como churros por aquellos años y década posterior principalmente y siempre agradables y simpáticas, como es el caso.
No es gran cosa y se olvida con facilidad, pero mientras se ve gusta y se pasa bien el rato.
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