Tambores Fraternos (USA, 1954)

 

Título original: Drums Across the River 

 

Año: 1954

 

Duración: 78 min.

 

País: Estados Unidos

 

Dirección: Nathan Juran

 

Guion: John K. Butler, Lawrence Roman. Historia: John K. Butler

 

Música: Henry Mancini, Herman Stein

 

Fotografía: Harold Lipstein

 

Género: Western

Reparto: Audie Murphy, Walter Brennan, Lyle Bettger, Lisa Gaye, Hugh O'Brian, Mara Corday. Jay Silverheels, Emile Meyer, Regis Toomey. Morris Ankrumy. Bob Steele. James Anderson. George Wallace. Lane Bradford, Howard McNear. Gregg Barton, Phil Chambers. Steve Darrell. Cliff Lyons. Lee Morgan, Chief Yowlachie

 Argumento

Un honrado transportista ayuda a unos hombres, un tanto sospechosos por su físico, a llevar un carro más allá del río, adentrándose en tierras de los guerreros Hutes.
A estos no les hace gracia y les atacan, y es que los acompañantes del transportista y su padre, que le acompaña, disparan sobre los indios a sangre fría ya que en realidad lo que desean es que haya guerra para que el Ejército acabe con los indios y se puede transportar tranquilamente lo que quieran por las tierras sangrientas de los "pieles rojas".
El transportista intentará llegar a un acuerdo de paz con el jefe indio, pero este muere y es su hijo quien se convierte en jefe. No obstante intentarán ambos que no haya guerra, pero los intereses económicos son muy poderosos.

Entretenido western de serie B, realizado con verdadera pericia y sentido de ritmo por Nathan Juran, buen "artesano" de la Universal principalmente, que logró estimables trabajos principalmente en el género fantástico, pero también en el de aventuras y en el western, como es el caso.
Se trata de una agradable película, que resulta bastante entretenida, gracias a las buenas escenas de acción y a la efectividad del conjuntado reparto, donde sobresale el nombre del gran Walter Brennan, en este caso sin alardes interpretativos.

Pero también resulta estéticamente lograda, gracias a la estupenda fotografía a toda pantalla y en precioso technicolor, de Harold Lipstein, amén de la adecuada banda sonora del gran Henry Mancini, entonces todavía no popular, al alimón con Herman Stein.
Por su parte, son majestuosos los paisajes donde se desarrolla acción, sobre todo los que tienen lugar con los "pieles rojas", como nada menos que Red Rock Canyon (California, USA).
En resumen, que está bien, se sigue con interés y deja un muy aceptable sabor de boca.