Título original: The Man From Bitter Ridge
Director: Jack Arnold
Guion: Lawrence Roman. Novela: William McLeod Raine
Música: Henry Mancini
Fotografía: Russell Metty
Género: Western
Reparto: Lex Barker, Mara Corday. Stephen McNally. John Dehner. Trevor Bardette. Ray Teal. Warren Stevens. Myron Healey. John Harmon. Richard Garland. Lane Chandler. Chuck Hamilton. Paul McGuire. Robert Paquin. Regis Parton. Henry Rowland. Brick Sullivan. Frank Sully. Dan White
Argumento
Unos hombres enmascarados asaltan una diligencia, matando a dos hombres y robando su cargamento de oro.
Se trata, aunque el resto del pueblo donde viven y son respetados, de tres hermanos, uno de ellos el cerebro de la banda y que está a punto de ser elegido sheriff. Con ello pretende impunidad y libertad de movimientos para seguir aumento su riqueza.
En estas que aparece un apuesto forastero a quien uno de los ladrones roba su caballo y revólver.
Será confundido por los honrados ciudadanos como un integrante de la banda. Aunque a punto de ser colgado, el honrado shefiff actual le dará la oportunidad de demostrar que no es uno de los criminales.
Tendrá la ayuda de los pastores de ovejas, que no son bien recibidos en el pueblo.
Modesto pero entretenido western, de serie B, pero competentemente dirigido por Jack Arnold, quizás más cómodo en el cine fantástico que en el western, donde también trabajó con asiduidad y a veces con verdadero mérito.
En esta ocasión hay algunos elementos, si no originales, sí que se salen de lo típico, como que los buenos sean los pastores de ovejas, aquí poco menos que apestados y repudiados por las buenas gentes y poderes fácticos del corrompido lugar.
Otro hecho peculiar es que la buena fotografía de Russell Metty no es en technicolor, sino en Eastmancolor, más común en el cine europeo que en el yanqui.
La banda sonora está compuesta por el más tarde archifamoso y popular Henry Mancini.
Por su parte, está repleto de estupendos secundarios, propios de las cintas modestas, como John Dehner, Trevor Bardette, Ray Teal y/o Warren Stevens.
Todo unido da como resultado una película sencilla pero al mismo tiempo agradable, que entretiene aunque no deje un poso perdurable.
En efecto, tal y como suele ocurrir en esta clase de simpáticos productos, se olvida con facilidad.
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