Título original: Young Guns of Texas
Director: Maury Dexter
Guion:
Música:
Fotografía:
Género: Western
Reparto: James Mitchum , Alana Ladd Jody McCrea. Chill Wills. Gary Conway. Barbara Mansell. Robert Lowery. Troy Melton. Fred Krone, Alex Sharp. Robert Hinkle. Will Wills. Ken Miller
Argumento
Un joven llega a un pueblo, y pregunta por un teniente nordista y cinco sudistas más una mujer que les acompaña. Le dicen que en efecto, por ahí han pasado, y se mete en una extraña pelea con un lugareño.
Más tarde conocen a otro, que estuvo viviendo con los comanches de niño.
Este último pretende a la hija del hombre que le rescató de los indios. Y como no quiere que ande con su hija, le busca la boca.
A consecuencia de todo ello, los tres muchachos, junto con la hija del mandamás intentarán llegar a Tijuana. Les acompañará en el viaje el padre de uno de los chicos, que es el pastor del lugar.
El mandamás y sus secuaces les perseguirán con la intención de acabar con el pretendiente de su hija.
Mediocre western, ideado para tratar de buscar un lugar en el universo cinematográfico para los tres retoños de grandes figuras del cine mundial de antaño. Esto es: James Mitchum, hijo del gran Robert, Alana Ladd, hija de Alan Ladd y Jody McCrea, granduñón hijo de Joel McCrea.
Como quiera que los tres ni les llegaban a las suelas de los zapatos de sus padres, todo quedó en aguas de borrajas, aunque Jody y James siguieron intentándolo.
En esta ocasión no les ayuda, ni el poco talento que tenían ni un guión chusco, con pobres diálogos y algunas situaciones incomprensibles.
Con todo, no llega a aburrir, por aquello que en todo momento sucede algo que, por lo menos, atrae nuestra atención.
Pero es una medianía de mucho cuidado, donde lo único resaltable es una escena, amén del final, que por lo menos es movidito, con el enfrentamiento con los indios apaches. La escena que me refiero es cuando los perseguidores ven que hay una tumba de piedras y el mandamás baja del caballo a comprobar quién está enterrado. Cuando ve que la ropa es de mujer piensa que puede ser su hija. La cara que pone al comprobar si es así o no, es creíble y muestra una ternura y amor paterno filial convincente. Y es que el veterano Robert Lowery sabía lo que hacía, así como el gran Chill Wills, que resguarda con su buen hacer la sosez de los tres chavales.
Una peliculita.
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