Título original: The Monolith Monsters
Director: John Sherwood
Guion: Norman Jolley, Robert M. Fresco, Jack Arnold
Música: Irving Gert, Henry Mancini, Herman Stein
Fotografía: Ellis W. Carter
Género: Ciencia Ficción
Reparto: Lola Albright, Grant Williams. Les Tremayne, Trevor Bardette. Phil Harvey. William Flaherty. Harry Jackson. Richard H. Cutting. Linda Scheley. Dean Cromer. Steve Darrell. Troy Donahue
Argumento
Un gigantesco meteorito cae cerca de la pequeña población de San Angelo.
Un geólogo encuentra un fragmento y se lo lleva para analizarlo; poco después, el hombre aparece petrificado y el laboratorio lleno de rocas.
Un colega suyo investigará el secreto que hay detrás de las piedras que llegaron de allende el espacio. Pero el tiempo se les echa encima, no en vano, las piedras crecen desmesuradamente, absorbiendo e silicio de los seres vivos, entre ellos los seres humanos.
Entretenido film de ciencia ficción, claro exponente de las entrañables series Bs de los años cincuenta, cuando el cine estadounidense sacó pretróleo de historias donde los extraterrestres y/o los mismos terrícolas con sus desmanes (véanse pruebas nucleares o experimentos científicos negativos), provocaban terribles situaciones que exponían al ser humano y a la Tierra a su total destrucción.
En este caso se trata de un meteorito que aterriza en la Tierra y provoca que, al contacto con el simple agua, crezca, se reproduzca, adueñándose de tierras y seres vivos, petrificándoles poco a poco.
La cinta está francamente bien por cuanto no hay monstruos con cabezas llenas de antenas, de color verde y ojos saltones, sino que son simples piedrecitas que van agigantándose, lo que hace que se derive hacia una historia más cotidiana, donde se prima el esfuerzo colectivo y la solidaridad, amén del esfuerzo científico donde la razón y la lógica, tras una corta y angustiosa investigación, prevalecen sobre la fuerza de las armas de, por ejemplo, el Ejército, esto último leif motiv de la mayoría de filmes de parecido pelo.
Aquí hay suspense e intriga, funcionales interpretaciones y sencillos pero eficaces efectos especiales.
No es espectacular, pero sus elementos están bien dosificados, logrando el interés del espectador (mucho tendrá que ver el que uno de los coguionistas es el gran Jack Arnold).
No obstante, repito, es una peli modesta, serie B, pero bien hecha, con cariño y mucha dignidad, que no ha perdido nada con el paso de los años y su visión resulta agradable.
Eso sí, hay que aceptar sus propuestas, que si no...
Estupenda fotografía en blanco y negro a cargo de Ellis V. Carter.
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