Título original: Sierra
Director: Alfred E. Green
Guion: Edna Anhalt, Milton Gunzburg. Novela: Stuart Hardy
Música: Walter Scharf
Fotografía: Russell Metty
Género: Western
Reparto: Wanda Hendrix, Audie Murphy, Burl Ives, Dean Jagger , Richard Rober, Tony Curtis, Houseley Stevenson, Elliott Reid, Griff Barnett, Elisabeth Risdon, Roy Roberts, Gregg Martell, Sara Allgood, Erskine Sanford, John Doucette,.James Arness. Ted Jordan, I. Stanford Jolley, Jack Ingram
Argumento
Un joven vive junto a su padre, en las altas montañas, alejado de la civilización.
Ese alejamiento es voluntario, no en vano la Ley le buscó al padre en su día por el asesinato de su esposa.
Él dice que es inocente y su hijo lo sabe, pero por si las moscas han hecho creer a la comunidad que el padre murió hace mucho tiempo.
Se dedican a la caza de caballos salvajes, con el sueño de construir un gran rancho con tierras para criarlos, pero les hace falta dinero y hombres.
Un buen día aparece por el lugar una bonita chica que ha perdido a su caballo.
Ante las reticencias del chico, le llevan con los ojos vendados a su cabaña, donde vive con ellos tres días durante los cuales el padre sufre un accidente cuando intenta domar uno de los caballos.
Esto hace que necesiten ir al pueblo en busca de un doctor, lo que les pondría en peligro.
Entretenido western menor, dirigido con oficio por ese estimable realizador que fue Alfred E. Green, autor de la inolvidable "Cuatro caras del oeste".
En esta ocasión logra un producto ameno, que se sigue sin problemas y constituye un pasatiempo seguro.
No obstante hay hacia la mitad de la cinta algún momento que lastra el ritmo aunque no el interés por saber cómo finalizará la historia, una historia con misterio incluido, que no se resuelve hasta el final, un final quizás algo facilón y no demasiado satisfactorio.
Pero la peli está bien, sobre todo por su preciosa fotografía en technicolor, que resalta los bellos paisajes de Angel Canyon Road, en Kanab (Utah, USA).
Además, los caballos y yeguas que aparecen trotando son bellísimos, dando un aire de libertad encomiable.
Grata presencia de actores que más tarde serían estrellas, bien del cine, bien de la televisión, como un jovencísimo Tony Curtis (aquí todavía Anthony Curtis), el gran Burl Ives, que sale cantando con su bellísima voz y James Arness, que triunfaría años más tarde con su incombustible "Gunsmoke".
Una cinta menor pero agradable, que se puede olvidar con cierta facilidad.
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