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Intérpretes: Nancho Novo, Pablo “Tutiplén” Castillo (al piano).
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Argumento: Nancho Novo nos va desgranando sus ideas acerca del amor y el sexo.
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Mi opinión: Divertido, fresco, original y bastante”guarromántico”, como Nancho Novo lo define, último trabajo del popular actor gallego de teatro y cine.
Aquí nos va desgranando sus ideas sobre el amor y el sexo, sobre las diferencias entre el hombre y la mujer en materia erótico-romántico-sexual.
Y lo hace de forma bastante acertada, en todo momento muy entretenida, mediante la perfecta combinación de canciones, historias reales e inventadas y poesía (Novo recita poesías de los reconocidos poetas “gallegos” (como él les denomina) Lope “da Veiga” y Quevedo, que alterna el lirismo con la zafiedad.
Una puesta en escena sobria pero con aciertos estilísticos, con una excelente iluminación, que logra situar al espectador en el particular mundo de Novo.
Un mundo lleno de ideas, a veces rallando en la intelectualidad más profundamente cotidiana, y otras en el más puro desvarío procaz y hasta un poquito soez.
A veces se interrelaciona con el público, en especial con una bella joven a la que le pregunta, sin ningún tipo de reparos, si ha probado “la lluvia dorada”. La joven le dice que no, y él le contesta que, ¡ojo, nunca se debe decir de esta agua no beberé!”.
Las risas, claro está, son mayoritarias, y la función sigue con las diatribas y disertaciones de Novo, que encuentra en el joven pianista que en todo momento le acompaña, “el Maestro Castillo”, a un fiel compañero que a veces le mete pullas que hacen las delicias de los presentes al dar ocasión a simpáticas réplicas. Todo preparado y nada espontáneo, se nota, pero que indican un buen trabajo de ensayo.
“Sobre flores y cerdos” es pues una obra que causa la sonrisa, risas y en numerosas ocasiones carcajadas, gracias a un texto que, como digo, alterna la poesía con el chiste verde populachero, y que tiene en Novo y el Maestro Castillo a dos chispeantes vehículos interpretativos que hacen pasar hora y media la mar de ameno.
No se puede decir en este sentido que sea una obra magna, pero sí que logra que se salga de la sala con una sonrisa de oreja a oreja.
Intérpretes: Nancho Novo, Pablo “Tutiplén” Castillo (al piano).
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Argumento: Nancho Novo nos va desgranando sus ideas acerca del amor y el sexo.
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Mi opinión: Divertido, fresco, original y bastante”guarromántico”, como Nancho Novo lo define, último trabajo del popular actor gallego de teatro y cine.
Aquí nos va desgranando sus ideas sobre el amor y el sexo, sobre las diferencias entre el hombre y la mujer en materia erótico-romántico-sexual.
Y lo hace de forma bastante acertada, en todo momento muy entretenida, mediante la perfecta combinación de canciones, historias reales e inventadas y poesía (Novo recita poesías de los reconocidos poetas “gallegos” (como él les denomina) Lope “da Veiga” y Quevedo, que alterna el lirismo con la zafiedad.
Una puesta en escena sobria pero con aciertos estilísticos, con una excelente iluminación, que logra situar al espectador en el particular mundo de Novo.
Un mundo lleno de ideas, a veces rallando en la intelectualidad más profundamente cotidiana, y otras en el más puro desvarío procaz y hasta un poquito soez.
A veces se interrelaciona con el público, en especial con una bella joven a la que le pregunta, sin ningún tipo de reparos, si ha probado “la lluvia dorada”. La joven le dice que no, y él le contesta que, ¡ojo, nunca se debe decir de esta agua no beberé!”.
Las risas, claro está, son mayoritarias, y la función sigue con las diatribas y disertaciones de Novo, que encuentra en el joven pianista que en todo momento le acompaña, “el Maestro Castillo”, a un fiel compañero que a veces le mete pullas que hacen las delicias de los presentes al dar ocasión a simpáticas réplicas. Todo preparado y nada espontáneo, se nota, pero que indican un buen trabajo de ensayo.
“Sobre flores y cerdos” es pues una obra que causa la sonrisa, risas y en numerosas ocasiones carcajadas, gracias a un texto que, como digo, alterna la poesía con el chiste verde populachero, y que tiene en Novo y el Maestro Castillo a dos chispeantes vehículos interpretativos que hacen pasar hora y media la mar de ameno.
No se puede decir en este sentido que sea una obra magna, pero sí que logra que se salga de la sala con una sonrisa de oreja a oreja.
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