Director: Borja Cobeaga
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Intérpretes Principales: Ramón Barea, Josean Bengoetxea, Carlos Areces, Melina Matthews, Jons Pappila, María Cruickshank, Óscar Ladoire, Raúl Arévalo, Secun de la Rosa, Alejandro Tejería, Santi Ugalde, Gorka Aguinagalde.
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Argumento: Manu Aranguren, un político vasco, ejerce de interlocutor del gobierno español en las negociaciones con ETA.
En lugar de asistir, tal como esperaba, a un acto solemne y calculado, pronto verá que las casualidades, los errores o los malentendidos marcan el diálogo entre ambas partes y que la relación personal entre los negociadores será clave para la resolución del conflicto.
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Mi opinión: Comedia (más o menos) basada en las negociaciones entre el presidente del PSE vasco, Jesús Eguiguren y ETA en 2005 y 2006.
Cinta minimalista, con escasos elementos, pocos intérpretes, no muchas situaciones...pero un guión inteligente, esforzado, que toca muchos más palos que los que se podría pensar en una cinta "pequeña", de muy bajo presupuesto, y muy alejada de lo que se considera "cine comercial".
Film inteligente, de poco metraje, menos de hora y media, que es, por tanto, corta y se hace corta. Con esto quiero decir que no aburre nada y cuando finaliza te quedas de piedra dado lo rápido que se ha pasado el tiempo, lo que es una buena señal. Es por tanto entretenida, mezclando situaciones graciosas en su cotidianidad, con el trasfondo amargo, trágico, doloroso, que no esconde en ningún momento. Pero Cobeaga lo aborda desde un prisma de cierto choteo, al menos en su superficie, en jocosos diálogos y en miradas y silencios que son graciosos de veras.
Quizás sea más divertida en su primera mitad, para en la segunda hacer más patente la seriedad de la historia.
Creo que no debe ser polémica por cuanto no hiere la sensibilidad de nadie, pudiendo uno/a creerse todo, parte o quizás nada de lo que se nos cuenta, pero en todo caso manteniendo una prudente distancia por cuanto la película es honesta.
Estupendas interpretaciones, sobre todo la del protagonista, un estupendo, una vez más, Ramón Barea, y una puesta en escena eficaz.
Creo que pasará sin demasiada gloria por las carteleras españolas y que desaparecerá sin dejar casi ningún rastro, pero merece la pena su visión, al menos por la valentía de su creación.
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