miércoles, septiembre 09, 2020

Lágrimas de Jennifer, las (Perché quelle strane gocce di sangue sul corpo di Jennifer?) (The Case of the Bloody Iris)) (italia, 1972)




DirectorANTHONY ASCOTT (Giuliano Carnimeo)
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Intérpretes PrincipalesEdwige Fenech, George Hilton, Annabella Incontrera, Paola Quattrini, Giampiero Albertini, Franco Agostin, Oreste Lionello, George Rigaud, Ben Carra, Carla Brait, Carla Macini, Daniela Giordano, Luciano Pigozzi, Franco Ricci, Evi Farinelli, María Tedeschi, Dolores Caló, Antonio Caló, Fausto dei Bella, Luciano Pigozzi, Franco Ricci, María Tedeschi
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ArgumentoCuando dos mujeres son asesinadas en un lujoso edificio, una hermosa modelo se muda a una de los apartamentos vacantes y empieza a ser acosada por un hombre enmascarado, su marido se vuelve inesperadamente violento y a su alrededor comienzan a sucederse asesinatos.
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Mi comentario

"- Tú no eres como los otros.
- Simple apariencia. También yo quiero meterme en tu cama, como los otros.
- No me importaría. Así dormiría más tranquila.
- Suponiendo que yo te dejara dormir...".



Mediocre pero bastante aceptable giallo, elegante en la puesta de escena gracias a una impecable fotografía de Stelvio Massi, que también como realizador tiene alguna película maja. Además, hay alguna escena, como la del ascensor del comienzo que remite a "Vestida para matar", aunque en este caso esta última, al ser posterior, sería la que la tomara como referencia (o copia).



Además, la belleza de sus actrices ayudan a digerir un argumento que por lo menos, en aquella época se beneficiaba algo por no ser políticamente correcto como ahora y se le podía denominar "negra" a una mujer de tal raza y no se oía aquello tan "bonito" de "de color". En fin. Por lo menos vergüenza ajena, en este aspecto, no se pasa.
La realización de Giuliano Camimeo, aquí bajo el pseudónimo de Anthony Ascott, es funcional y no aburre nunca, pero creo sinceramente que no se saca del todo el provecho de los elementos de los que dispone.



El argumento de crímenes, algo de sexo y sangre está aderezado por un sano humor, como en la escena en la que el ayudante del Inspector está vigilando a la pareja protagonista, que ha ido a comer a un restaurante de lujo. Mientras ellos comen opiparamente él le va contando, extasiado, a su jefe por teléfono los platos que van comiendo mientras se está zampando un bocata".
Por lo demás, se sigue sin problemas. No está mal pero podría haber estado mejor.

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