Título original: Sealed Cargo
Director: Alfred L. Werker
Guion: Dale Van Every, Oliver H.P. Garrett, Roy Huggins
Música: Roy Webb
Fotografía: George E. Diskant
Género: Bélico
Reparto: Dana Andrews, Carla Balenda, Claude Rains, Philip Dorn, Onslow Stevens, Skip Homeier, Eric Feldary, J.M. Kerrigan. Arthur Shields. Morgan Farley. Whit Bissell. Peter Bourne. Bruce Cameron. Dick Crockett. Steve Forrest. Wesley Hopper. Burt Kennedy
Argumento
En el año 1943, en un territorio de Massachussets, un grupo de pescadores de atún se adentran mar adentro para intentar pescar, que es su trabajo. Sin embargo, durante una noche ven unos resplandores, resultando ser bengalas que salen de una goleta muy dañada por, se supone, cañones alemanes. Y es que es un territorio donde los alemanes campan a sus anchas en submarinos, hundiendo lo que se pone en su camino.
Dentro de la goleta sólo está el capitán, un hombre ya maduro, que resulta ser danés.
Ya en tierra, atando cabos sueltos, el capitán del barco pesquero se da cuenta de que en realidad el capitán de la goleta es un alemán que tiene la misión de abastecer de torpedos a los submarinos de su país que vayan por ahí.
Trazará un plan para impedirlo, pero pondrá a toda su tripulación en peligro.
Cinta bélica, que en su mayor parte mejor se puede definir de thriller con intriga y un poco de suspense. Pero como quiera que transcurre en la II Guerra Mundial y tiene de lleno que ver con la contienda contra los alemanes, bien se podría incluir en dicho género.
Al parecer, está considerada como una película de culto, modesta, de serie B (en efecto, lo es), pero agradable e inmarchitable.
No sé porqué dicen esto pues la verdad es que es un film menor, bastante mediocre en líneas generales y sólo disfrutable en su tercio final, tras haber uno/o tragado un buen número de minutos sin chicha ni limoná.
Y es que, aunque el argumento no puede ser más atractivo e interesante, Alfred L. Werker no acierta a otorgarle intensidad, siendo distante en todo momento y con un ritmo impreciso y más bien lento que hace que a veces el tedio se apodere de uno e incluso le invite, si se ve por la noche o tras una comidilla, a echar una cabezadita.
Esto ocurre así al haber diálogos muy largos, como el que tiene lugar entre el capitán de la goleta y el del barco pesquero, nada más conocerse. Al principio, bien, interesa saber quién diantres es el capitán de la goleta (un seguro, como siempre, Claude Rains), pero es que no acaban de hablar, y cansan.
Menos mal que salen un buen número de buenos intérpretes en papeles pequeñitos, como Skip Homeier, muy jovencito, y/o Frederic Forrest ("los hombres de Harrelson", en un papel de extra.
No, no me convenció y me pareció un poco turre.
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