Estigma (España, Italia; 1980)

 

Título original: Estigma

Director: José Ramón Larraz

Guion: José Ramón Larraz, Sergio Pastore

Música: Daniele Patucchi

Fotografía: Giuseppe Bernardini

Género: Terror

Reparto:  Christian Borromeo, Alexandra Bastedo. Emilio Gutiérrez Caba. Berta Singerman, Craig Hill. Massimo Serato. Virginie Blavier. Antonio Molino Rojo. Annabella Incontrera, Helga Liné. Irene Gutiérrez Caba. Lázaro Escarceller. Alejandro Navarro. Rafael Tormo. David Tomás. Enrique Royo. María Luz López. Florencio Calpe. Marcos Riba. José María Caffarel

Argumento

Un día, al hijo mayor de un hombre adinerado, le telefonean por la noche dándole la triste noticia de que su padre ha sufrido un accidente de coche. Cuando va a decírselo a su hermano pequeño, Sebastián, este está despierto, llorando, sangrando del labio inferior, el cual le dice a su hermano mayor que ha visto cómo moría su padre y la acompañante del mismo, que viajaba con él en el coche.
Desde ese momento, el hermano mayor siente que su hermano es vidente o algo así, pues puede sentir lo que sucede a distancia.
Lo que no sabe es que Sebastián tiene el poder de, si desea la muerte de un semejante, este muere irremediablemente, y de forma violenta.

Interesante sobre el papel, bien llevada en su primer tercio, y un auténtico despropósito a medida que avanza la historia.
El desarrollo es un completo desatino, no sabiendo Larraz finalizar de forma mínimamente convincente un tema de por sí atractivo, visto, quizás, en otros filmes extranjeros, pero que él mismo acaba de malograr irremediablemente.
De nada sirve la grata presencia de, por ejemplo, la bella Helga Liné, haciendo de atractiva y sensual madre del protagonista, o la guapísima aunque carente de profundidad dramática, Alexandra Bastedo, por no hablar de la excelente Irene Gutiérrez Caba y de su hermano pequeño Emilio, este lo mejor de la función junto a Craig Hill haciendo de benevolente sacerdote, ya alejado de sus tiempos del spaghetti y felizmente afincado junto a su esposa Teres Gimpera en Barcelona.
Cuando Larraz pretende dar un toque entre religioso y paranormal a la cinta, esta se le desboca, haciéndose insufrible y ridícula.

 

La parte final, la que tiene lugar en la casona abandonada y donde se sabe ya de una santa vez el porqué de todo el oscuro tinglado, está narrado de forma efectista y vacua, haciéndose insoportable amén de interminable.
Digno final para una película muy poco vista en su día, cosa que no debe extrañar lo más mínimo dada la exigua calidad del producto.