Regreso del más allá (España, 1982)

 

Título original: Regreso del más allá

Director: Juan José Porto

Guion: Enrique Force, Juan José Porto, Félix Fernández

Fotografía: Julio Burgos

Género: Terror, Fantaterror

Reparto: Ana Obregón, Andrés Resino. Emilio Prieto. Carmen Sala. José A. Paredes. Elena Barona. Rafaela. Pablito
Cayetano, El gato "Wotan"

 

Argumento

Una pareja de enamorados, ambos escritores, él profesional, ella que ultima su Tesis Doctoral de Psicología, se trasladan a vivir a una preciosa casa a las afueras de Granada.
Nada más llegar, el marido traslada con su coche a un conocido, quedándose ella sola durante unas horas en la casa.
Al de pocos minutos comienza a ver, o cree ella ver, a una aparición, un hombre con una horrible herida se le refleja en el cristal del cuarto de baño.
En los días sucesivos, nuevas apariciones se le presentan a la chica, haciéndole ir al cuarto donde el marido está escribiendo su nuevo libro. Este libro será la clave para que ella comprenda lo que en realidad está sucediendo.

Paupérrimo ejercicio efectista y aburrido, de una pésima manera de ver el terror en el cine. Y en el cine español del momento, comienzos de los ochenta, influido, para mal, sin duda alguna por el giallo italiano, que sí dio buenos trabajos.
En este caso, todo es ir pasando los minutos, sin ton ni son, con muy pocos personajes, situaciones e imaginación.
Además de ello, el ritmo es lento y se pretende epatar al espectador, con imágenes subliminales, "espeluznantes" apariciones y algún susto, que en realidad solo provocan bostezos.
Las interpretaciones son pésimas, con Ana Obregón tratando, digo yo, de insuflar algo de misterio y pánico a su atribulado personaje, pero apenas logra cambiar de cara, y con ello se entiende que nunca llegara a algo en el mundo del cine.

 

Tan sólo las pocas escenas donde se comprende de dónde viene todo el tinglado tienen algo de importancia amén de resultar entretenidas. No porque estén bien filmadas, que resultan frías como el resto del metraje, sino porque al fin y al cabo nos dan una pisa del desaguisado.
El final, completamente ridículo, como no podía ser menos ni esperarse de otra forma.
Mala, mala, mala.