Título original: La muerte arrastrándose (Hai sbagliato... dovevi uccidermi subito!) (Kill the Poker Player)
Director: Mario Bianchi
Guion: Mario Bianchi, Paola Bianchini, Luis G. de Blain
Música: Carlo Savina
Fotografía: Rafael Pacheco
Género:Western Europeo, Spaghetti Western, Western
Reparto: Robert Woods, Ivano Staccioli. Nieves Navarro )Susan Scott) , Frank Braña, Saturno Cerra, Carlo Gaddi, Ernesto Colli, Rafael Albaicín, Tino Braña, Enrico Canestrini, Omero Capanna, Francesco D'Adda. Vittorio Fanfoni, Irio Fantini, Miguel Guzmán, José Luis Lizalde, María Dolores Tovar, María Luisa Tovar, Ernesto Vañes
Argumento
Tres ladrones roban un banco, asesinando fríamente de paso a todas las personas que se cruzan en su camino.
Cuando están fuera del pueblo, dos de ellos son mordidos en el cuello por mortales víboras que usa el tercero de ellos. Se va con el botín.
Tiempo después aparece un forastero en un pueblo, diciendo que es de la agencia Pinkerton y que busca al ladrón con objeto de que el seguro se ahorre un millón de dólares.
Ofrece doscientos mil a quien le de alguna pista, lo que da pie a que muchas personas, sobre todo los más poderosos, comiencen a ponerse nerviosos.
A todo esto, el vetereno sheriff del lugar no se sabe de qué parte está, dados los violentos métodos que utiliza para erradicar el crimen.
Curioso western, sí, por utilizar elementos propios de otros géneros, como el giallo italiano, pero muy mediocre, por no decir abiertamente malo.
Y es que, aunque comienza bien, con ocho minutos o así en los que no se habla absolutamente nada, ni falta que hace, poco a poco deriva en una insulsez rayana en lo cochambroso. No en la parte técnica, donde la fotografía es de recibo y los paisajes, de las afueras de Madrid, convincentes, pero sí en el desarrollo de la historia, que no puede ser más desmañada.
Está llena de incongruencias, molestos cortes entre escenas (que quizás sea producto de que yo vi una versión parcial, pues puede que en Italia tuviera más sentido todo, sin cortes...).
Las interpretaciones son deplorables, sobre todo del bueno (y simpático, pues es uno de mis "amigos" de la historia del spaguetti western patrio) Frank (Francisco) Braña. En toda la película no mueve un músculo de su cara, pareciendo una molesta máscara. Menos mal que la voz que le ha prestado es maravillosa, pues le dobla un magnífico actor de doblaje, que es el mismo que, por ejemplo, dobló en muchas pelis al gran John Wayne. La diferencia de matices entre la voz y el pétreo e insulso rostro de Braña da auténtico pavor.
En cuanto a la música, importante baza normalmente en los spaguettis, es algo extraña, con momentos conocidos en el entrañable género y otros donde no pega ni con cola, pareciendo que se está en una discoteca bailando el twist.
En fin, podría extenderme más, pero para qué. Sólo decir que, pensando un poco, me parece que es uno de los peores spaguettis que he visto en mi vida, o al menos de los más aburridos, gracias sobre todo a un lánguido ritmo y una pésima dirección.
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